EL CONVENTO EN EL S. XVI Y EL NUEVO CONVENTO DEL S. XVIII (PARTE II)
La orden se cumplió con rapidez y llegaron a Madrid una
serie de expedientes enumerando los monasterios elegidos por las religiosas,
como el de doña Vicente. Guadalfajara que pedía el de la Madre de Dios de
Granada, o el de María de la O Guadalfajara que quería el de Santa Cruz de
Valladolid. Los últimos expedientes que se recibieron tenían fecha de
septiembre de 1787, por lo que es de suponer que a finales de ese año el
convento quedaría desalojado por completo.
Poco después de estos acontecimientos, el Consejo de las
Órdenes encargó a don Santos Rodríguez Robles que se hiciera con los servicios
de un arquitecto que «reconociera y midiese el suelo que ocupa dicho convento.,
patios, canales, huerta y demás pertenencias, para que realizara los diseños.
Dicho maestro debía informar si existía suficiente espacio para levantar el
nuevo monasterio «sin las incomodidades e imperfecciones que se notan en el
antiguo y de modo que se aproveche la actual iglesia. Este encargo se le dio al
arquitecto Manuel Martín Rodríguez, ya que el Consejo de las Órdenes le
consideraba el más apropiado para la formación del plan y diseño de la nueva
obra.
El 5 de junio de 1790 Ramón Durán, arquitecto de la
Academia, tomó las medidas para la realización de los planos del nuevo
convento, fecha en la que se desplazó a Salamanca para hacer el proyecto de
edificación del Colegio de Calatrava en el Campo de San Francisco, lugar que
finalmente se rechazaría. Las medidas se tomaron de forma equívoca y no se pudo
diseñar el edilicio. Habría que esperar tres años más para que el 13 de abril
de 1793 Manuel Martín Rodríguez trazara tres planos siguiendo los datos tomados
por Ramón Durán.
Ramón Durán nace en Madrid en abril de 1760. Fue discípulo
de Ventura Rodríguez y premiado con el título de académico de mérito en 1784.
Desde 1781 estaba vinculado a la
arquitectura cuando se presenta a la plaza de teniente maestro de obras de
Madrid, puesto que había quedado vacante por la muerte de Juan Durán, su padre.
Para este cargo fue desacreditado por el propio Ventura Rodríguez, maestro
mayor de obras, alegando que su ocupación estaba unida a tareas desempeñadas
por maestros más que por arquitectos". Sin embargo si conseguiría otros
títulos, por ejemplo, teniente director de la policía de Madrid, o arquitecto
del Banco de San Carlos.
El primer edificio que trazó y dirigió fue la casa del conde
de Torrepilares, después de este encargo el Consejo de las Órdenes le mandaría
realizar un par de proyectos, uno el palacio y la iglesia de Magacela en
Extremadura; y el otro fue la construcción del convento de Sancti Spíritus en
Salamanca. Por este último, en octubre de 1793, cobró 6.000 reales por la
elaboración de los planos que servirían al aparejador y por su estancia en
Salamanca". En 1797 la carrera y vida de este arquitecto quedada truncada
por una muerte repentina.
Mucho más larga fue la vida de Manuel Martín Rodríguez"
y también más numerosas las obras que realizó a lo largo de ella. Estas
edificaciones fueron de mayor interés que las de Ramón Durán.
Manuel nació en 1746 en Madrid y murió en la misma ciudad en
1823. Era sobrino del arquitecto Ventura Rodríguez, el cual al no tener
descendencia le consideró más como hijo propio. La formación de Manuel corrió a
cargo de su supuesto tío, asistiendo a clases de dibujo en el estudio de Felipe
de Castro, y realizando al finalizar su preparación un viaje por Italia que fue
auspiciado por Ventura, en el que visitó Nápoles, Florencia, Venecia y Roma.
Este viaje lo realizarla en 1776, y a su vuelta también pudo conocer parte de
la arquitectura francesa.
En 1781, ya de vuelta, presentó su solicitud a la plaza de
teniente mayor de obras de Madrid contando con la ayuda de Ventura, pero la
plaza la consiguió Mateo Guill en 1783. Ante este duro golpe, Ventura Rodríguez
reaccionaría consiguiendo, un par de años más tarde, el nombramiento de Manuel
Martín como teniente mayor, provocando la existencia de dos tenientes en
Madrid. Después de la muerte de Ventura Rodríguez, su hijo natural Manuel
pediría la plaza de maestro arquitecto que poseía el que era su supuesto tío,
ésta no le fue concedida aunque la ocupó hasta que la tomó en propiedad Juan de
Villanueva el 27 de febrero de 1786. El cargo que sí ocupó, y curiosamente ese
mismo año, fue el de teniente de arquitectura de la Academia sustituyendo a
Pedro Arnal, que había sido nombrado director de la misma. Un año después, en
1787, Manuel Martín Rodríguez fue nombrado director de arquitectura. En este
tiempo llevó a cabo la restauración y ensanche de la iglesia de Santa María del
Mercado en Cangas de Onís, rectificó el plano del ayuntamiento de Cilleros, e
hizo los planos de la aduana de Málaga".
En 1788 se ofreció para proyectar el teatro y el ayuntamiento
de Andújar; también realizó unos dibujos para el tabernáculo de la catedral de
Cartagena, y recibió informes para hacer la aduana y un puente en Salamanca.
En 1789 ejecutó el catafalco en memoria de Carlos III en la
iglesia de la Encamación de Madrid. Un año más tarde estaba Inmerso en una
serie de proyectos, como la transformación del antiguo hospital de la Piedad en
Audiencia en la ciudad de Cáceres", el tabernáculo de la catedral de
Salamanca'", y la realización de los planos del convento de Sancti
Spíritus por los que le apremiaba Jovellanos y que no consiguió hacer hasta
tres años después porque las medidas que tomó Ramón Durán fueron Inexactas.
En 1793 recibió de manos del Monarca el título de arquitecto
del rey, y coincidiendo con su nombramiento realizó varios bocetos de Iglesias
en Cataluña y Granada. También, en el mismo año, presentó unos dibujos para las
obras de la catedral de Jaén y terminó los planos para el convento de Sancti
Spíritus de Salamanca el día 13 de abril que fueron aprobados por la comisión
de arquitectura de la Real Academia de San Fernando el 29 de mayo de 1793.
Así, pasado un tiempo, los títulos y encargos le seguirían
llegando a Manuel Martín. En 1794 es nombrado comisario de guerra y en 1799
comisario de la inspección general de correos, caminos y canales. En cuanto a
otros encargos realizará bastantes, incluso fuera de la península, en América,
la catedral de Santiago de la Habana, o la de Popayán.
Con la llegada del nuevo siglo y hasta 1823, fecha de su
muerte, se perfilará como uno de los grandes arquitectos de España.
Por lo que respecta a los dibujos arquitectónicos del
convento de Sancti Spíritus compuestos por Manuel Martín Rodríguez, coinciden
plenamente con el momento de madurez de dicho arquitecto.
Los planos, que fueron materializados en Madrid, presentan
varias tintas para distinguir las diferentes partes. En color amarillo pajizo
está representada la Iglesia, coro y antecoro, que según el informe remitido
podrían mantenerse. La tinta de color azulada delimita el perímetro del antiguo
convento y las partes que se cederían a propiedad pública, para poder
regularizar las proporciones del nuevo edificio. El color pardo marca las
calles y bocacalles. El negro representa la nueva fábrica del monasterio, y el
gris, el anejo que se construiría en el lado norte.
El solar donde se asentaría el nuevo convento presentaba la
dificultad de salvar el gran desnivel que existía desde la callo del Bodegón
hasta la calle de Carniceros. Por ello, Manuel Martín, colocó el edificio
adosado al coro de la iglesia, proyectado en tres plantas, y unos semisótanos
en forma de cuña.
La entrada al recinto del monasterio se realizaba por la
calle del Bodegón, igual que en el antiguo edificio, y por esta puerta se
llegaba a un patio que tenía acceso a la iglesia, al convento y a otro patio
que comunicaba con la cuesta del Horno, al que se abría la casa del
administrador de sacramentos y demandadas. La planta de la casa era rectangular
y estaba dividida en dos partes simétricas, el lado norte para los sacerdotes y
el sur para las demandadas. La organización de la casa se efectuaba por un
recibidor común que separaba ambas viviendas, constituidas por otro pequeño
recibidor, un dormitorio, una sala, y una pieza de estudio en la de los
sacerdotes, mientras que en las de las demandadas era una habitación de labor,
una alcoba, un comedor, la cocina y la despensa. Esta casa además de la salida
al patio referido, tenía otra hacia la calle del Bodegón.
Volviendo al primer patio, en el lado este estaba la
portería del convento y el locutorio que se aprovecharon del edificio antiguo.
Inmediatamente después de estas habitaciones se establecía el nuevo edificio
que tenía una planta trapezoidal, y constaba de tres fachadas, ya que en el
lado de la iglesia no se había proyectado para aprovechar las dependencias de
la portería antes mencionada.
Las piezas del monasterio se organizaban en torno a dos
patios, uno de forma triangular y de escaso valor artístico, y otro rectangular
con pórtico perimetral en las dos primeras plantas, resuelto con arcos de medio
punto sujetados por pilares, mientras que la última planta tenla una
balaustrada. En torno a este último patio se instalarían las habitaciones más
interesantes. El patio triangular servía para organizar las habitaciones de
servicio, y para la luz y la ventilación de algunas dependencias dispuestas en
el lado de mediodía del nuevo edificio.
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